Querida Vitoria...

Debo confesarte que hay alguien más. Es cierto que emocionalmente más cosas me unen a ti que a ninguna otra (tú me viste nacer, crecer, ¿madurar?), pero hace ya tres años que me veo con otra. Me enamoré de Donostia y, chica, no la puedo dejar. Tengo que decirte que en la ciudad costera emprendo ahora proyectos nuevos, dejando atrás bonitos recuerdos: horas en la Burundesa, en el Ayuntamiento de Vitoria, el Artium, Montehermoso... Atrás quedan también las horas pegada a la bolsa verde ajada y compañera de viaje (me has dejado la espalda hecha polvo, amiga), pero te quiero. Te quiero demasiado como para tirarte a la basura cuando dejes de ser útil.
Ahora me alejo un poco de ti, Vitoria, y me acerco a San Sebastián. Me desprendo un poco de tu cáscara, fuerte y sólida como toda patria, pero no desaparezco. Demasiados recuerdos. Buenos y malos. Demasiadas sonrisas que, seguro, han quedado congeladas en el aire (eres demasiado fría a veces); también muchas lágrimas derramadas que para algo habrán servido (para que crezca la rica patata que nos das, por ejemplo, o para que llenes los pantanos y nos abastezcas de agua).
Bueno, amiga, a veces enemiga, compañera, madre, cómplice, quiero que no cambies. Y si lo haces, que sea para bien. Que avances y no te estanques en una ciudad de provincias. Que emprendas nuevos proyectos y, si te confundes, que sea con tus propias ideas. Sé valiente y no tengas miedo a ese tranvía que llega. Súbete a él, pruébalo y luego opina. Sigue siempre tan verde y limpia. Tan transparente y hermosa.
Te quiere,
Amaiita
5 comentarios
blanch -
besitos!!
correveidile -
evilibe -
y yo tengo premio?
Correveidile -
hollymartins -